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25.11.08

Mi culo y mis piernas son de no creer!

PIERRE MOLINIER

Por Monica Buglione

Hoy les presento la vida de un artista genial
PIERRE MOLINIER
3 de abril 1900 - 3 de marzo 1976
Pintor, fotògrafo y fabricante de objetos. Nacio en Agen (Francia)Y viviò toda su vida en Burdeos (Francia).
Comenzo pintando paisajes, pero luego hizo un vuelco hacia un apasionado erotismo fetichista.
A los 18 años comenzo a tomar fotografias y comenzo su produccion erotica en los años 50. Utilizaba una amplia gama de elementos, muñecas, protesis peneanas, arneses realisticos, tacos aguja, consoladores, para destacarse como un inigualable cultor fetichista.



Je Suis Lesbien(1). (Pierre Molinier o el cuestionamiento de la virilidad).
1El título de este texto recoge la contestación del artista francés Pierre Molinier cuando fue preguntado si era homosexual. Nótese que la palabra francesa para nombrar a una mujer lesbiana es lesbienne y no lesbien. La respuesta de Molinier se podría tomar por un (otro) perverso cambio de género.

"Erecto como una torre, su propia lengua se alarga para chuparse a sí mismo.
Se empuña para encularse pero no lo consigue.
Me inunda luego un odio inmenso por las dimensiones de mis piernas y brazos.
Tengo que apagar todas las luces.
Correr las cortinas. Cerrar cada puerta para así poder existir.
No hay en mí terror al límite.
No voy a esperar a que él me ahogue.
Saldré a su encuentro"
¿"Verdaderamente" tenemos necesidad de un sexo "verdadero"? Con una constancia que roza la cabezonería, las sociedades del Occidente moderno han respondido afirmativamente. Han hecho jugar obstinadamente esta cuestión del "sexo verdadero" en un orden de cosas donde sólo cabe imaginar la realidad de los cuerpos y la intensidad de los placeres(2).




Esta pregunta que se hacía Foucault es el mismo interrogante sobre el que Pierre Molinier (Burdeos 1900-1976) centró gran parte de su trabajo artístico y de su vida. Para encontrar la respuesta Molinier no dudará en montar, cortar, multiplicar y travestir su cuerpo hasta el infinito en un intento de conseguir que su insoportable cuerpo real coincida con el cuerpo deseado y deseable.
Sus fotografías, especialmente, los autorretratos y fotomontajes realizados en los últimos quince años de su vida y recogidas, muchas de ellas, en su libro Cien Fotografías Eróticas(3), muestran una decoración monótona y repetitiva donde las mismas fantasías son convocadas obsesivamente: la angustia de una identidad troceada, la fragmentación del propio cuerpo, la irremediable ligazón del dolor al placer, el incesante fetichismo y travestismo narcisista. El acto fotográfico supondrá para Molinier la única posibilidad de acceder al otro cuerpo. El fotomontaje le permitirá alcanzar ese cuerpo imposible que la sociedad prohibe. Su vida se nos aparece como la incesante búsqueda - sin ningún tipo de moral - de la frontera evanescente donde se yuxtaponen en una proximidad improbable y provocadora los diferentes sexos; ese lugar hecho de luz y sombras, ambiguo y confuso donde el deseo se confunde con la angustia y el goce con el sufrimiento.




El ser andrógino, anterior a su polarización, es el resultado de aplicar al ser humano el simbolismo del número dos, con lo que se produce una dualización integrada. Así, se encuentra reflejado en el Ptah egipcio; con la Tiamat akkadia; en el Izanagi e Izanami japonés; en el símbolo chino del Ying y el Yang ; con Cástor y Pólux ; en el Harihara indio (mitad Vishnu, mitad Shiva) es la luz de la que emana la vida; en la hierogamia china de Fo-hi y Niukua (unidos por sus colas de serpiente y cambiando sus atributos); en el Rebis hermético (que es, esencialmente uno, aparentemente doble); en Adonis, Dionisio (el dios bisexuado por excelencia, robusto y barbudo, doblemente potente a causa de su doble naturaleza), Herácles (el héroe viril pero que cambió sus vestidos con Omfalia) y en Cibeles . Las divinidades andróginas se encuentran profusamente en las religiones del Próximo Oriente Antiguo y también en los pueblos de cultura arcaica, en Africa, en Australia, en Polinesia. También en ciertas sectas gnósticas cristianas la idea del andrógino ha ocupado un lugar central en sus creencias. Los antiguos mexicanos tenían en Quetzalcóatl el ser que reúne en sí los valores separados de los principios y de los sexos que existencialmente se contraponen(12). Se trata de fórmulas míticas de la totalidad primordial que aglutinan todas las potencias y parejas de opuestos (como tinieblas y luces, caos y orden o macho y hembra). Lo que está implícito es la idea de la perfección, de que el ser consiste en una unidad-totalidad.




Así, el hombre bisexual (consecuencia de la idea de la bisexualidad divina) ha representado un modelo ejemplar para el ser humano en muchísimas culturas. Por ello, su reactualización ha tenido un carácter ritual, fundamentalmente en los ritos iniciáticos como los de circuncisión y de subincisión que tratan de hacer pasar al niño de manera definitiva a su sexo aparente, pues no se puede llegar a ser un varón sexualmente adulto sin antes no haber conocido la coexistencia de los sexos (el clítoris en la mujer como supervivencia del órgano viril y el prepucio en el hombre como una supervivencia de los labios vaginales femeninos); o, también, mediante el acto de disfrazar a cada sexo del contrario (el intercambio intersexual de vestimenta muy practicado en Grecia, Africa y Polinesia), que implica una subversión simbólica de los roles y los comportamientos, una supresión de las leyes y las constumbres, una confusión total de los valores, una reintegración de los contrarios.




Psicológicamente la androginia traduce a términos sexuales esta conjunción de los contrarios , plantea la comunión de todos los pares considerados como opuestos y revela la nostalgia de un paraíso perdido donde la multiplicidad reconstruye los aspectos de una extraña unidad. Una unidad donde el espíritu del mal se revela iniciador del bien y los demonios aparecen como el aspecto oculto de los dioses. Existen multitud de mitos y leyendas concernientes a la consanguinidad entre Dios y Satán, del bien y del mal (el mito gnóstico de la fraternidad de Cristo y Satán, el mito arcaico de la asociación, incluso de la fraternidad entre Dios y el Diablo) .
Pierre Molinier, influenciado por estas concepciones míticas(13), fue una travesti narcisista que no recurrió jamás a la castración o al transexualismo, sino que prefirió vivir en la dionisíaca confusión del caos de un universo orgiástico en el que se mezclaban los sexos y se confundían los géneros. Sexualmente Molinier era un hombre (su constitución biológica resultaba evidente), pero el género que es de orden socio-cultural (es decir, los roles y las actitudes que manifestaba), y se constituye paralelamente a toda causalidad orgánica, varía (dependiendo de las apetencias y las circunstancias) entre masculinidad y feminidad. Así, lo veremos en sus fotografías como un travestido, luciendo una gran multitud de objetos de carácter fetichista que se repetirán incansablemente (tales como ligas, largos guantes negros, medias, joyas, zapatos de enorme tacón, velos trasparentes, máscaras o sujetadores muy apretados que resaltaban los pechos) en un espacio pequeño y cerrado (su propia habitación) rodeado por muy diferentes espejos que le permitían fotografíar cualquier lado de su cuerpo. Para estas obras Molinier usará su propio físico (siempre cambiante), además de muñecas, prótesis corporales, máscaras, y, en ciertas ocasiones, algunos modelos como sustitutos (Hanel Koeck y Mayarat) de él mismo; camuflado, todo ello, de tal modo que será imposible saber quién es quién en cada fotografía.





Estas obras se pueden considerar como un recorrido visual autobiográfico del artista, como un repaso a todas sus obsesiones sexuales y fantasías representacionales donde el sueño central es la propia transformación en un ser andrógino.
Como él mismo escribió, Todas estas acciones con la verga, el ano, tienden a un comportamiento andrógino, masculino-femenino (mi sueño era ser lesbiana) y artificialmente, si lo podemos decir así, lo he conseguido; me ayudo por la fascinación que ejerce sobre mi y en mi la atracción de las piernas con medias o los zapatos con tacón de aguja muy altos que hacen tensar los músculos(14). Molinier al travestirse, intenta acercarse a la imagen mítica del andrógino que fusiona en sí mismo los dos sexos, proclamando con ello la posibilidad de una doble pertenencia sexual: ser a la vez y al mismo tiempo uno y el otro (ser, en todo momento, el hombre y la mujer). Rehusando la diferencia sexual Molinier pretende perturbar violentamente los elementos que definen lo que es masculino y lo que es femenino, aboga por la máxima ambigüedad, el mestizaje de los sexos y trabaja, obstinadamente, por la fusión original.
El fetichismo de Molinier no puede ser visto como el desplazamiento o la purificación de la energía sexual a través de la sublimación sino, más bien, como la actuación del deseo en y como representación. Como un símbolo de independencia sexual frente a las hipócritas normas sociales de procreación y castidad.
El carácter fetichista de sus obras va a ser reforzado por Molinier mediante el proceso fotográfico. Sus piezas crearán una especie de pequeño teatro lleno de claro-oscuros donde las formas fundamentales estarán remarcadas claramente mediante la luz, formas netas que serán puestas en evidencia por un único foco que (iluminando el espacio como en un cabaret) ordena la composición dejando en el centro la bella forma individual (la pierna, la media o el zapato) que constituye el fetiche. Fetiches, muñecas, consoladores, prótesis corporales y cuerpos travestidos conforman el subterfugio, la necrofílica metáfora del cuerpo masculino hacia su disolución.



¿Me pregunto si es que acaso estará usted de acuerdo que no siempre el sitio más misterioso se encuentra ahí, bajo lo que la tela cubre?
Siendo de mi interés participar en su exposición le adjunto algunas fotografías que dan prueba del placer que experimento al admirar mis muslos enfilados en medias apretadas por finas ligas y que provoca surja la inmediata adoración de mi personaje.
Muchas veces sucede que me corro sobre la ropa mientras me introduzco el consolador y comienzo a inflarlo cuando está dentro de mí. Esto hace necesario que deba sacar las manchas y preparar toda la escena nuevamente.
Advertirá además la exagerada propensión que tengo hacia mi culo y mis piernas. Es que si hasta ahora no ha podido dejar de apreciarlas es simplemente porque son de un encanto inútil de evitar. ¿ No lo cree?.
Incluso le diré más. Le aseguro que si se atreviera a poner su cabeza justo en el medio de ellas y luego yo las volcara en diagonal, tendríamos como resultado un desenlace a lo menos fatal"
Su Lesbien Putan
Pierre Molinier







Gracias a todos los amigos de SEXOTLON!
Que lo disfruten!
Bexxxos!
MONICA

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Fuente:
http://www.accpar.org/numero3/molinier.htm
http://www.artnet.com/artist/11962/pierre-molinier.html
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2 comentarios:

  1. Muy interesante Monica.No lo conocia.me gusto
    Jose

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  2. Uhmmm, mira vos que cosa.....muy bueno

    Gracias por compartir

    Saludos

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