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14.3.12

Los misterios de la erección del pene






La erección del pene, sin embargo, pese a ser un fenómeno extraordinariamente frecuente, es una gran desconocida, incluso para muchos hombres.

No es un hueso ni un músculo
Hay que decir que no existe un hueso en el pene que facilite esa reacción, como sucede en algunos animales. Tampoco se trata exactamente de un músculo que reaccione así.
El pene esta compuesto por un tejido esponjoso que se alarga y pone rígido cuando se dilata, se llena de sangre y al ocluirse las venas del retorno venoso se impide su vaciado.
Sólo tras la satisfacción sexual ocasionada por el orgasmo, o con el paso del tiempo sin estímulo sexual eficaz presente, esas venas se abren y drenan la sangre vaciando el tejido esponjoso del pene volviéndolo flácido o situándolo es reposo.



La erección del pene es una reacción refleja
Los impulsos nerviosos que ocasionan esa reacción del pene proceden de dos vías diferentes: el cerebro (imágenes, sonidos, olores, sabores, fantasías, sensaciones de la piel), o el propio pene (la zona del frenillo, en el glande).
Esos estímulos caminan por sus correspondientes vías nerviosas y llegan al centro reflejo de la erección que está situado en la médula espinal. Cuando ese centro recibe un estímulo, el que sea (podríamos provocarlo con un electrodo situado en él, por ejemplo), reacciona del único modo que sabe, desencadenando el reflejo de la erección.
Esta es una idea que conviene no olvidar: la erección del pene es una reacción refleja ocasionado por un centro específico que se encuentra en la médula espinal. Y conviene no olvidarlo porque explica muchas erecciones espontáneas, que aparecen sin que el sujeto tenga intención de ello, ni sea consciente de la presencia de ninguna clase de excitación sexual. Y explica también muchas erecciones deseadas que no se producen. Porque eso es muy importante. Si bien los estímulos sexuales son capaces de provocar erecciones, existen otros numerosos estímulos ajenos al sexo que también las ocasionan. Es en estos últimos casos cuando se produce la extrañeza de las observadoras al contemplar una reacción que interpretan como sexual en una situación que no lo es.
Existen numerosos receptores en la cara interna de los vasos sanguíneos, pene incluido, que al ser activados por diferentes estímulos hacen que se libere oxido nítrico, una sustancia que dilata los vasos del pene para que afluya mayor volumen de sangre a sus cuerpos cavernosos haciéndolo entrar en erección.


Algunos de esos estímulos no sexuales son:
El calor, que dilata los vasos sanguíneos incluyendo el tejido esponjoso del pene.
El cambio de la velocidad de la sangre (ocasionada, por ejemplo, por esa dilatación desencadenada por el calor), también estimula los receptores sanguíneos que disparan el estímulo reflejo de la erección.
El miedo, que dispara sustancias químicas (norepinefrina) que aceleran el corazón (cambio de velocidad de la sangre), y estimulan receptores que disparan el estímulo reflejo de la erección.
Algunos medicamentos pueden tener como efecto secundario el desencadenamiento de erecciones espontáneas, debido, precisamente, a que liberan sustancias químicas que actúan sobre algunos de los receptores mencionados.
Existen otras sustancias, internas y externas al cuerpo humano capaces de disparar la liberación del oxido nítrico ocasionando erecciones en las más variadas ocasiones. Pero resulta difícil resumirlas aquí.
Todo ello explica que al menos tres de cada cinco hombres refieran haber tenido erecciones espontáneas sin que mediara estímulo erótico alguno. Se trata, pues, de un fenómeno bastante real; no algo meramente teórico.
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